«O.A.P. / U.O.I. / O.R.». Camilo Torres Zorrilla.

Un texto para la instalación «Tiro Vertical. Secuencias de descarga” de Edurne González Ibáñez.

Torre de Ariz, Basauri. Octubre-Noviembre de 2018.

 

OPERACIONES DE ALTA PRECISIÓN. (O.A.P.)

I.

La realidad ficcionada forma parte de una de las tantas aristas que la complejidad contemporánea despliega. Si invertimos la noción de relato, como linealidad aséptica y objetiva, discernir entre lo que se nos presenta como cierto de aquello que no lo es, supone un ejercicio de reformulación crítica que detona posibilidades paralelas.

En el discurso de Sigmund Jähn, primer cosmonauta alemán del Este-Oeste, Secretario General del Comité Central del P.S.U.A. Partido Socialista Unificado de Alemania y Jefe de Gobierno de la República Democrática Alemana, R.D.A., nos habla del “milagro” de ver el planeta azul desde la lejanía del cosmos. De cómo las cosas se perciben de otra manera. Arriba, en la inmensidad del espacio, la vida le parece minúscula e insignificante. Y se pregunta: “¿qué ha conseguido el ser humano?, ¿qué metas se ha puesto y cuáles ha logrado?”

Él mismo se contesta en el cuadragésimo aniversario de la R.D.A., diciendo: “El país cumple años y visto desde el universo es un país muy pequeño, se intuye diminuto, sin embargo, ahora han venido a él miles de personas que antes considerábamos enemigas, se han entusiasmado y ahora quieren vivir en él. Pese a no ser perfecto, en lo que creemos no ha dejado de entusiasmar a mucha gente de todo el mundo. Posiblemente, hayamos perdido de vista nuestras metas, pero hemos recapacitado y el Socialismo no es sinónimo de construir muros, significa acercarse a los demás, vivir con los demás, no solo soñar con un mundo mejor, sino hacerlo realidad”.

Y continúa: “He decidido abrir las fronteras de la R.D.A. Muchas personas quieren quedarse, buscan una alternativa a la dura lucha por la supervivencia en el sistema capitalista, no todas están hechas para el mundo de la competitividad, no todo el mundo quiere hacer carrera y consumir, la gente desea otro tipo de vida y está dispuesta a trabajar por ello”.

Estas palabras construyen un escenario de alteración simbólica, dispuesto para que pudiese acontecer lo que nunca ocurriría. Los sucesos y las imágenes reordenadas con las que opera Alexander Kerner, protagonista del film “Good bye, Lenin!”, son adheridas a la experiencia amplificada del cosmonauta y supuesto presidente, nos conmueven ante el intento de mantener viva la utopía. Kerner planifica y materializa una acción que se apodera de los acontecimientos y los subvierte fugazmente, con el objetivo de que su madre -aunque ya conocedora de la caída del muro de Berlín- muriese conservando viva la idea de sociedad justa por la que luchaba.

 

UNIDAD DE OBSERVACIÓN INTENSIVA. (U.O.I.)                                                                                                                               

II.

La inmutabilidad de la(s) historia(s) ya no es la problemática que puede o debe ser descifrada, hoy estamos enfrentados a lo que nos rodea y a lo que nos examina; somos foco de atención y a la vez observatorio, somos plataforma de lanzamiento y zona de impacto, portadores de información codificada. Este despliegue multifocalizado de la observación, que se convierte en la consecuencia intencionada de una transformación que se asemeja a la de los sistemas operativos (máquinas de procesamiento), no solo determina la manera de cómo percibimos, sino que, también establece patrones y modelos de comportamiento.

Desposeídos ante la proliferación de entidades numéricas, datos y capturas exponenciales que los límites del cuerpo no pueden asumir, nuestra mirada se convierte en una extensión intervenida, en una experiencia irremediablemente mediada antes o después por la pantalla. Ante este flujo incesante, este entorno programado que maniobra desde la infinitud, pone en jaque la convivencia de diversas temporalidades, la distancia queda abolida haciendo de la inmediatez y la ubicuidad nuestras constantes vitales.

 

ÓRBITA RESIDUO. (O.R.)                                                                                                                                                                         

III.

Los destellos electrificados que nos deslumbran y encandilan son gestos que confunden y diluyen los límites, los bordes; nos envuelven y asombran, transformándose en oscilaciones que, asumidas como bucle, parecieran no tener final. Se tornan múltiples, expandidos e ilimitados siguiendo a paso firme la lógica de la hiperproductividad que, desde sus ajustes automatizados, producen y reproducen el máximo rendimiento sin parar.

Las operaciones de alta precisión no están exentas de generar residuos y son precisamente esos restos los que dan cuenta de lo que antes no estaba previsto, lo que no imaginábamos y señalan nuestra incapacidad por minimizar los efectos secundarios. Nuestro cementerio en órbita, crece y se extiende para ser alimentado por el exceso, la desmesura y la insaciable sed de progreso. Basta con recordar el algoritmo que se activa y pone en ejecución el mecanismo que propaga la exposición continua, pidiéndonos que interactuemos velozmente para habilitar el dispositivo que nos ordena como una secuencia más en la historia.

De ahí, entonces, es que surge la necesidad de re-pensar la urgencia de un despegue invertido, acudir a la posibilidad desde la cual poder formular y construir el anhelo surgido después del discurso final de Jähn, el gesto cómplice que nos alienta a seguir creyendo que aún hay espacio para ensamblar las imágenes y enlazar discursos. Para, finalmente, re-configurar los cimientos de aquello que se desmorona y que intenta volver a erigirse como un territorio, donde tal vez si pueda existir esa “otra” utopía, fuera de tiempo y fuera de lugar.

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