Nosotros no es tú

Este ciclo de mujeres iraníes se cierra con una serie de cortometrajes que bien podrían servirnos como una especie de moraleja final. La temática que engloba a estos últimos seis cortos es la de la problemática social que las disimilitudes pueden desencadenar, pues a la vez que éstas constituyen nuestra personalidad como individuos diferenciados e independientes, también pueden llegar a ser un arma con el que marginarnos con respecto al resto de integrantes del grupo. Para ello, se nos muestra el día a día de seis personajes, a través de técnicas como la animación 2D, el documental o el cine experimental, y cómo estos tienen que lidiar con aquello que los distingue.

El primer corto es The Dérive de Tanin Torabi (2017). En él podemos ver cómo una mujer, haciendo alusión a las prácticas situacionistas de la segunda mitad del siglo XX mediante las que se proponían alternativos métodos de recorrer y conocer una ciudad, transita por el mercado de Teherán esquivando a los transeúntes con desplazamientos y movimientos corporales coreográficos. En una sociedad en la que las mujeres tienen una libertadad de movimientos bastante restringida, ella sigue su camino sin importar las miradas extrañadas de las demás personas. Aunque este cortometraje sea de 2017, actualmente podría funcionar también como alusión a la noticia que descubríamos hace apenas unos meses de la joven iraní Maedeh Hojabri, quien fue detenida tras grabarse bailando y subir después los vídeos a las redes sociales.

Ascribed Achievements de Samaneh Shojaei (2017), cuenta la historia de un hombre que, no conforme consigo mismo, mental y físicamente, decide poner fin a su vida. Sin embargo, al no conseguirlo, esta experiencia le hará aprender a disfrutar de aquello que en un principio le atormentaba y diferenciaba de los demás.

Double de Roanak Jafari (2018), cuenta la historia de una actriz y su doble y los problemas con los que ellas y el equipo de rodaje se encuentran durante una escena. Este cortometraje podría recordarnos a Persona de Bergman (1966), pues en ambas piezas existe un aura de confusión y suplantación de identidad entre las dos mujeres principales, que hace que el espectador se pregunte cuál es la verdadera actriz y cuál es su doble.

Icky de Parastoo Kardgard (2017) es el segundo corto de animación 2D de la última sesión del ciclo de mujeres. En él se nos presenta la historia de un niño que es distinto a todos los demás. Mientras el resto de personas aparentemente tienen unas mismas formas físicas, él es discriminado por su condición y obligado a ser igual que el resto. Sin embargo, el niño descubrirá que lo que consideramos como “normal”, es una fachada. Pues en realidad, todos tenemos nuestras peculiaridades y rarezas que tratamos de esconder constantemente.

124 de Roghiyeh Tavakoli (2014), es la historia de un hombre de baja estatura que, debido este hándicap, se ve forzado a cumplir las expectativas de la sociedad. Marginado por su condición física, el protagonista se inventa una historia en la que todas las demandas del colectivo se ven satisfechas. Así, el protagonista se impone la búsqueda de una mujer con la que casarse y entrar en el cajón de la normalidad, demostrando a sus vecinos que él es uno más.

El ciclo lo cierra Personal de Sonia K. Hadad (2017), que nos descubre a una mujer marcada con un símbolo de vergüenza social que la aterroriza tras ver las consecuencias de una elección que ahora considera errónea. Este estigma por el que está siendo crucificada socialmente, se debe a que en ella se ha creado en un símbolo de diferenciación que el grupo usa como arma con la que practicar bullying.

En definitiva lo que todos estos cortos nos hacen pensar, y especialmente Icky (Parastoo Kardgard, 2017), es que las desemejanzas y disentimientos, aunque en un principio parece que nos separan, si miramos profundamente, éstas podrían incluso llegar a unirnos todavía más, pues en verdad todos somos diferentes y peculiares a nuestra manera.

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