El colonialismo, según Bhabha[1], es aquella fractura en la conciencia de la modernidad que atraviesa los tiempos modernos y las historias de esclavitud hasta llegar a nuestro presente. Espacios vacíos, temporalidades fantásticas e indefinidas, cuerpos kinéticos en movimiento continuo y autónomo… Rasgos estéticos de una danza de la modernidad. Topografías arrasadas, expolio de recursos naturales, fantasías proyectadas sobre cuerpos dominados y subjetividades subalternas… Rasgos de un proyecto colonial.
Esta fractura, desde una perspectiva postcolonial, es a su vez una oportunidad para abrir entre-medio, un espacio-tiempo político donde explorar, entre las hegemonías del pasado y alteridades presentes, políticas identitarias no esterotipadas.
Hablar de danza y postcolonialismo supone sumar, a esa conciencia fracturada, un desfase temporal donde unos cuerpos frente a otros, confrontan otras identidades “inapropiadas” e híbridas. Supone interrogar los lugares, revisar las historias, enunciar cuerpos intersticiales. Supone, como apunta Lepecki[2], sobre todo, frenar ese movimiento continuo de la máquina-movimiento de la modernidad: parar, ralentizar, estirar las imagenes hasta agotarlas. Supone, revisar el significado de los espacios de encuentro y las distancias de esa temporalidad que posibilitan el reconocimiento del otro.
Pacífico 3: Extraños mares arden’ con Txalo Toloza y LaidaAzkona en La Fundicion Bilbao. 29, 30 de Abril 2017. Un acto de ingestión. En la antesala del teatro, bebidas y bienvenida al grupo. Entramos y nos invitan a sentarnos en una gran mesa dispuesta con un gran mantel blanco. La cena esta por comenzar. A un lado, un portátil con imágenes de video y sobre una pared notas e imágenes de archivo. La cena transcurre a través del testimonio de nuestro anfitrión y su biografía. Su cuerpo es documento vivo. Chileno oriundo de la región de Antofagasta, hila la historia de la mina de Chuquicamata: la más grande mina de cobre y oro a cielo abierto del mundo, con la empresa Guggenheim Bros, propietaria desde 1882 y productora de la primera barra de cobre fino el 18 de mayo de 1915. La cena se despliega entre relatos sobre el desierto y las minas, la historia personal y familiar de Txalo, la saga Guggenheim, la especulación ecónómica y el mercado de arte.
Comiendo, escuchando, conversando, en una temporalidad relacional, nos encontramos en una danza que apenas danza, en un teatro que no es suficiente teatro. Es en esa falta donde nuestra actividad se vuelve necesaria.Tiempo, información e imágenes se dilatan y se expanden con nuestros testimonios y voces. Los participantes son quienes enredan el relato y lo conectan con otras historias familiares de migraciones, exilios y complicidades económicas. Cuando el final se acerca, entre licores y dulces, nos damos cuenta de que la historia tiene difícil clausura. De la ingestión primera, pasando por la indigestión colonial nos encontramos finalmente en ese otro tiempo de la digestión. Mientras vaciamos la mesa, recogemos nuestras cosas, toca despedirse y prometerse mutuamente otra cena, un nuevo encuentro futuro.
Boca de Ferro de Marcela Levi & Lucía Russo / Improvável Produções en Proklama nº10/ Artium, Gasteiz, 12 de mayo 2017. Un acto de (des)posesión. Entramos en la sala, un espacio iluminado y diáfano. Es un espacio no asignado donde de fondo suena una canción de tecnobrega[3]. Mientras nos dispersamos a ritmo electrónico por la sala buscando nuestro lugar, vemos que sobre la pared se proyecta la traducción de la letra de esa canción (Ven y disfruta / ven y baila / con Mini Rubi y Mini Nave Espacial/…). Cuando el sonido se interrumpe, desde un lateral, entra un hombre que se agita en una danza espasmódica. Su cuerpo mestizo se sacude en silencio, en un movimiento extraño, cursi y enloquecido. En su espasmo físico, se agita y gira. En su baile, su mirada es ciega y su cuerpo golpea el suelo con fuerza. Su cuerpo se nos acerca. Sus ojos desorbitados nos ignoran. En ese estado ambivalente, ente ausente y presente, nos atrae y nos repele. Su boca desprende poco a poco una baba espesa y epiléptica que se pega a sus barbas. Tras un largo rato de agitación, cae al suelo, exhausto. Postrado, con las piernas abiertas, jadea y su cuerpo brilla sudoroso. Descansa y nuestras miradas buscan el horizonte cultural donde situar y nombrar a ese cuerpo agotado. Mientras recupera el aliento, de nuevo explota el remix musical, él se incorpora y comienza como un muñeco ventríluoco en modo playback a repetir las letras que se suceden en el musicón brega. Ahora su cuerpo está dominado por ese grotesco playlist tecno-musical.
Un collage de subjetividades estereotipadas empiezan a superponerse sobre ese cuerpo y con cada nueva letra una nueva identidad se redibuja, híbrida, mimética y fetiche. Al final, entre ritual y espectáculo, aparece una imagen latente y velada en todo este tiempo: quitándose los pantalones, semidesnudo, aparece con taparrabos amazónico, la imagen del indígena. La luz cambia poco a poco. Y ahora, desde esa quietud primera, habla y con deformada prosodia pronuncia be-lle-za. Una Belleza que repite y que suena fonéticamente un tanto extrañada, como si fuera pronunciada por primera vez y proyectara, desde una voz reminiscente, una paisaje poscolonial.
Igor de Quadra
[1] Homi K. Bhabha, “Race, Time and the Revision of Modernity,” The Post-Colonial Studies Reader, Routledge (2006).
[2] Exhausting dance, André Lepecki ( 2006).
[3] Tecno brega o tecnobrega (Tecno cursi o Tecno Sexy o Tecno melódico) es una forma de música del norte brasileño, particularmente Belém. Es un género musical creado primeramente por remixado y alteración de músicas popular y música de los ochenta (Wikipedia).
Enlaces de interés:
Entrevista Txalo Toloza y LaidaAzkona: https://www.youtube.com/watch?v=9BHmxHe1wlc
https://miprimerdrop.wordpress.com/ (Txalo Toloza y LaidaAzkona)
Video-clip Boca de Ferro / Marcela Levi & Lucía Russo / Improvável Produções: https://www.youtube.com/watch?v=N_cApws2AQw&t=4s
Improvável Produções: http://marcelalevi.com/brasil/improvavel/