«Según Deleuze, la cultura arborescente es la cultura del ser, la que hace de las raíces un impedimento al movimiento y del territorio un terreno vallado. En oposición al crecimiento vertical de los árboles, hay plantas que crecen horizontalmente como la hierba, se conectan subterráneamente o por el aire. Para el filósofo francés la cultura rizomática multiplica las relaciones colaterales, crece y se amplia hasta donde llega su propia fuerza y su territorio, no conoce vallas porque se delimita por la propia potencia con la que es capaz en cada momento de ocupar el espacio y el tiempo que le corresponde habitar y vivir.»
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