“Escribir también quiere decir injertar, hacer un corte en el flujo del lenguaje para luego continuar.” Ixiar Rozas.
Desde una aproximación personal y plástica a la literatura, el texto-audio (T4) y el texto-imagen (T5) de este capítulo de TXT Lab, nacen como reflexión al lugar que ocupa la voz en los textos escritos; sobre el que Ixiar Rozas apunta en el artículo invitado “Texto pulsión”.
En el T4 y el T5 <A> y <M> tratan la materialidad fónica de la que carece en ocasiones la escritura; partiendo de oraciones clave extraídas del T1 e injertadas en la plataforma de traducción de Google para que éste lo lea en voz alta (T2). Activando a la vez una aplicación móvil sintetizadora de voz, este texto-audio se convierte en otro texto-imagen (T3) con oralidad. Vocalidad, pero no bocalidad (es una máquina: voz ni tuya ni mía). La oralidad genera nuevos aspectos; aspectos plásticos como la vibración y resonancia de la voz, la inhalación, el ritmo, las onomatopeyas, los tiempos, los vacíos, los signos de puntuación… Como apunta Ixiar, son los “surcos del lenguaje” y a lo que Deleuze llamaría “lenguaje analógico” lo que le da el sentido final al texto y desaparece al ser leído en voz alta por la máquina.
Con el objetivo de dotar de esta materialidad a la escritura, el texto-imagen está escrito con el código que el grupo de investigación lingüística VaLesCo propone para identificar los elementos suprasegmentales característicos del lenguaje hablado (risas, tiempos, cambios de tonos…). Esta forma de escribir que habla de lo plástico y visual en lenguaje, podría ser una herramienta con la que tratar lo verbal de las imágenes, reduciendo así el abismo entre la práctica en el arte y su «explicación» teórica redactada.