Por Sara Valverde
Cada mes de febrero se repite la misma dinámica. Madrid espera a estas fechas para hacer coincidir la mayor parte de las inauguraciones de proyectos y exposiciones. El eje central lo sostiene ARCO, y alrededor de ésta orbitan otras tantas ferias y espectáculos que han ido brotando a lo largo de treinta y siete años para ofrecer más espacios de mercado y visibilidad.
Por lo tanto durante esta llamada semana del arte a Madrid acuden coleccionistas, comisarixs, artistas, directorxs de museos, gestorxs de centros, y críticxs de arte, tanto del ámbito nacional como internacional .Son fechas en las que el sector aprovecha para verse con les colleagues, hacer negocio, futuros proyectos, divertirse. Como muchas reseñas titulan, por todo ello se produce una auténtica fiesta del arte.
Mientras tanto, y como pasa en todos guateques, cuando unos disfrutan otros trabajan. Lo que ocurre es que con tanto entusiasmo y júbilo ferial, visitando stands, dejándose ver, haciendo contactos y alabando propuestas, la vista se nos nubla, y apenas percibimos a aquellxs que la sostienen. En este caso muchos ayudantes, becarixs, practicantes (de prácticas) con escasa remuneración o lxs que más abundan y menos se ven, lxs voluntarixs. No obstante, todxs ellxs el primer día de feria irradian la misma felicidad que el resto del público vip en su habitual visita de inauguración. Todo es una feria y no supone un esfuerzo darle con fuerza al tiovivo para que marche lo mejor posible la jornada. El futuro se construye desde hoy, conociendo a quiénes montan en la atracción.
Aún así, para llegar a colaborar en eventos de estas características se han medido antes habilidades, cualificaciones y experiencias previas que aseguran que la maquinaria es de primera. Así lo hacen galerías, festivales de cine, premios, ferias de arte y un largo etc de eventos y convocatorias del ámbito cultural. Los mismos lugares y profesionales que reaccionan ante la vergüenza de la mínima presencia de la mujer artista, como el que habitúa a reunir ARCO cada año: en el 2017 tan sólo el 20% de lxs artistas fueron mujeres. O lxs mismos que se posicionan en contra de la censura creativa empapelando Facebook.
Los mismos además, que este año han protagonizado una protesta a favor de la remuneración digna para lxs creadores. Pero resulta que montados en la noria nos resulta muy difícil mantener el equilibrio y la quietud para ver cómo nos movemos. El hecho es que lo hacemos muy rápido y dando siempre las mismas vueltas. Lxs que trabajan por una remuneración precaria o lxs que trabajan si ni siquiera remuneración, a cambio de la promesa de contactos y sumar puntos al curriculum, son lxs mismxs que tienen que trabajar en uno o incluso dos trabajos más para poder (sobre) vivir.
Por esto, no quisiera terminar sin antes hacer referencia al último ensayo de Remedios Zafra, ganadora del premio anagrama 2018 en dicha categoría. El título dice así: ‘El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital’.Tras éste, las primeras páginas en las que se anuncia el contexto del neoliberalismo y la conectividad como objeto de estudio que la autora indaga mientras recorre la vivencia de su protagonista, Sibila. Una joven mujer que nos representa a todxs y cuyo principio no empieza con érase una vez, sino con un presente precario. “ A nadie más que a Sibila le importa que quiera (deba o necesite, no está claro) combinar sus trabajos poco pagados con otros como voluntaria, colaboradora o activista, que ejerce de manera desinteresada o pagando por ello. No hay sueldo, pero sí entusiasmo, a veces agradecimiento y aplauso, otros símbolos que importan, satisfacción solidaria que punza, pero no alimenta”[1].
[1] ZAFRA. R. (2017) El entusiamo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital, BARCELONA: Anagrama.