Por el derecho a investigar…

Hoy recuerdo una lectura que de la mano de la comisaria Nora Sternfeld llegó a mis manos, “The right to research” de Arjun Appadurai y a su vez una charla del autor que tuve la oportunidad de escuchar en el contexto de la exposición “Cosmopolis” del Centre Pompidou. 

Todos los seres humanos investigamos, la investigación es algo innato, todas tomamos decisiones más allá de los conocimientos que tenemos y esperamos ver cuáles serán las reacciones o consecuencias de estas. Todas tenemos la capacidad de razonar, analizar y  sacar conclusiones en base a nuestras experiencias previas, a nuestros conocimientos y a nuestra relación con el contexto. Investigar entendido como aquello que no sabemos pero que queremos llegar a saber.  Parece que la investigación tradicional exige tomar distancia de la realidad cotidiana y se relaciona con tener una determinada formación o capacitación técnica. La RAE define investigar cómo el hecho de realizar actividades intelectuales y experimentales con el fin de aumentar el conocimiento.  Podríamos decir que la investigación no es democrática sino que está dirigida a una élite y por tanto si el conocimiento se genera desde ahí este derecho está reservado a un sector muy pequeño de la sociedad. Un metaconocimiento validado que proviene de una elite global, desde una visión paternalista de yo te otorgo el conocimiento. ¿Pero cuál ha sido la evolución en sí sobre la investigación y sus condiciones para acceder a ella?  Arjun Appadurai nos invita a pensar la investigación como un elemento más universal y democrático, que parte de unas herramientas como la especulación o la imaginación. 

Desde el arte contemporáneo, considero muy importante entender al público como investigadores que cuentan con un conocimiento situado,  considerar que todo aquel que tenemos delante puede tener algo que aportar desde una sinergia y un entendimiento mutuo que producen un pensamiento colectivo. Integrar la investigación como una actividad permanente y permeable a la vida cotidiana, ligada a la capacidad de soñar, de inventar, de crear… más en sintonía con una realidad social diversa. Appadurai propone reclamar el derecho a la investigación como uno de los derechos básicos, quizás de esta manera lograremos una sociedad  informada con una mayor capacidad para decidir y generar juicio crítico. Appadurai vincula el derecho a investigar con la capacidad para tener aspiraciones y analiza este hecho en la India, en Mumbai, donde crea foros de debate y encuentro abiertos fuera del contexto universitario. Crear puntos de encuentro entre sectores y poblaciones diferentes para entender que es posible compartir saberes, donde la escucha y la observación son las herramientas claves. 

La especulación es un término con una mala reputación ligado al terreno de lo económico y a la búsqueda de beneficios sin escrúpulos. Pero la especulación es la base para la investigación sobre la cual se construye el conocimiento.  Estos son procesos muy habituales en el contexto de la creación artística que promueve un pensamiento lateral sobre la realidad. 

Muchas veces en los espacios expositivos escuchamos “yo no entiendo”, yo no tengo las capacidades intelectuales suficientes para entender esto, yo no puedo investigar, no es mi lugar y quizás no es mi papel… pero sin embargo las artistas se nutren de un contexto compartido con nosotras para la realización de sus proyectos.  Decidir y opinar sin miedo al qué dirán o a equivocarse  es realmente enriquecedor y es un proceso de empoderamiento necesario para generar nuevos públicos para el arte contemporáneo, nuevas investigadoras que se planteen que el arte también puede hablar de ellas. Arjun menciona que los problemas pueden ser globales pero las maneras en las que se presentan son locales.  Estos procesos surgen muchas veces a partir de las actividades de mediación desde la empatía y desde un contexto de confianza, poniendo el conocimiento abierto y  la vida en el centro.

Pensando en cómo nace el conocimiento y a quien otorgamos el derecho de generarlo, recuerdo la película que en este lluvioso fin de semana he visto:  “Entre la razón y la locura” de Farhad Safinia, basada en una historia real sobre la creación del diccionario de Oxford. A una persona sin formación académica se le encarga su realización y un prisionero enfermo de esquizofrenia colabora activamente en el desarrollo pero se le niega la posibilidad de aparecer como coautor. Igualmente me pregunto porqué no considerar por ejemplo la ficción o el juego como formas o metodologías de investigación… pensemos, juguemos y actuemos juntas.  

Foto – Vista de la instalación de Cosmopolis 2#: rethinking the human. Obra de Simón Vega, “Archipiélago de intercambio” 2019, Centre Pompidou, foto de Hervé Vernonese

Ref: : Appadurai, Arjun (2006) ‘The right to research’, Globalisation, Societies and Education, 4:2, 167 – 177

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