NAE PASARAN! BLACKING en la cadena de montaje. Camilo Torres Zorrilla.

Desde la simultaneidad de las imágenes y a través de una mirada transversal se articula este texto-viaje que nos llevará a recorrer tiempos distintos, en una especie de ir y venir, una vuelta al pasado, que va y viene, pero que regresa una y otra vez al presente. El largometraje documental NAE PASARAN! proyectado en LAN 03. Festival Audiovisual Obrero, nos permite reflexionar en torno a la alcance de la decisión de los ex-obreros escoceses, Bob Fulton, Stuart Barrie, Robert Somerville y John Keenan que al realizar una pequeña acción, un diminuto gesto dieron forma a un mecanismo mutable y radical, cuyas consecuencias lograron reorientar el sentido de unos acontecimientos impensados y dramáticos vividos por el pueblo chileno. Del mismo modo, nos interroga e interpela desde el ahora, para llevarnos a comprender sobre la deshumanización como síntoma de una pandemia mundial, donde poco importa el sentir común ante las dificultades. Sumidos en el bienestar personal y la satisfacción inmediata, parecemos vivir en una crisis donde la amenaza no proviene del exterior, sino que se encuentra en la propia desidia personal.

SEPTIEMBRE NEGRO

El inicio de la primavera es para la sociedad chilena un tiempo de contrastes, de sucesos relevantes en la vida nacional, es un período de encuentros y desencuentros pero también de celebraciones, es un mes especial y complejo. En unos pocos días de septiembre de 1970 se concentran fechas especialmente significativas que siguen conmoviendo a este país sudamericano. Por un lado, el día 4 es elegido por votación directa como gobernante de la nación, el candidato socialista Salvador Allende Gossens, tres años después, el 11 se conmemora un año más del golpe de Estado del General Augusto Pinochet contra el mismo gobierno constitucional del presidente Allende. Y por otro, cada 18 se festejan las fiestas patrias que celebran el primer paso hacia la independencia de la Corona Española. 

Este septiembre de 2020, en un año de shock pandémico, todo resulta más complicado, si cabe.   

Aún así, durante estos días, mi madre, la periodista Oriana Zorrilla N, perseguida por los organismos represivos y víctima del exilio, está en proceso de finalizar la edición de su último libro “Carta a los Periodistas. Crónicas bajo Estado de Sitio 1984-1985”, en el que aborda una etapa importante de la historia en dictadura de este colectivo duramente reprimido. En esta publicación se aúnan los rostros, los esfuerzos y el trabajo de personas que lucharon codo a codo, haciendo sus aportes desde la voluntad individual para transformarlas en experiencias colectivas. 

Mientras tanto, aquí en Bilbao, colaboro con el equipo de LAN para llevar a cabo la cuarta edición del Festival Audiovisual Obrero, donde el hacer de cada una de las personas involucradas así como la presencia y la participación del público, también, devienen en un acto colectivo. A través del formato audiovisual, una programación de temática obrera y actividades en paralelo que contemplan una exposición, recorridos y charlas de carácter pedagógico y divulgativo, se busca activar y resignificar el imaginario obrero, así como sus formas de organización y lucha para re-pensar desde el presente las distintas tipologías y las nuevas formas de expresión del trabajo contemporáneo, para aproximarnos a cómo se construirán los relatos de lo que está por venir. 

El lunes 21 de septiembre de 2020 se proyectó en la sala Bilborock el largometraje documental NAE PASARAN! del director de cine chileno-belga, residente en Escocia, Felipe Bustos Sierra. Este trabajo fílmico es el resultado de cinco años de investigación en la cual se revela el impacto que tuvo el boicot realizado en 1974 por los obreros de la fábrica Rolls Royce en East Kilbride, una pequeña localidad escocesa. Un grupo de trabajadores se negó de manera directa a la reparación de los motores de los aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea chilena. Estas aeronaves de combate fueron usadas para bombardear La Moneda, histórica sede de gobierno, e implantar una de las dictaduras militares más feroces y sangrientas de Latinoamérica; para atemorizar, reprimir y exterminar a la población, sus ciudades y fábricas, por aquel entonces importantes centros de resistencia. En NAE PASARAN! los ex-operarios de máquinas, hoy ya jubilados, descubrirán las insospechadas repercusiones de su acción solidaria y política. Cuarenta y seis años después, por nuestra parte accedemos a una historia no conocida y que ha permanecido oculta durante largos años.

Pero, ¿cuál es la confluencia de estas cuestiones? A lo largo de estas líneas se irán hilando, pero hay una aproximación que actúa como detonante: el trabajo realizado por cientos de mujeres y hombres no solo radica en la producción de objetos y mercancías, tampoco en la exclusiva generación de capital productivo para quienes ostentan el poder económico. Trabajadoras y trabajadores tienen en sus manos la posibilidad y también la capacidad de impregnar de ética y solidaridad el quehacer diario. Tal vez, sin saberlo ni esperarlo, activan una vía para que esa labor cotidiana transcienda y tenga efectos que, tal vez, insospechadamente, puedan transformar ciertas condiciones que no tienen, aparentemente, una relación directa entre ellas, pero que terminan convirtiéndose en acciones capaces de transformar cualquier dificultad y romper cualquier barrera geográfica.

HUMANIZAR LA HUMANIDAD

Imágenes de archivo muestran al ex-presidente Allende en una manifestación popular dirigiéndose al pueblo chileno para “convocarlo a corregir la injusta división internacional del trabajo basado en un concepto deshumanizado”. Esta idea que podemos palpitar y que normalmente vivimos, no deja de tener importancia en los días pos-confinamiento, en los que la deshumanización de la vida se proyecta rápidamente frente a la humanización de las cosas. 

Aquella proclama de los 70 parece haber recorrido los miles de kilómetros de distancia que existen entre Chile y Escocia para acercarnos al actuar de este grupo de trabajadores que hicieron frente al poder militar que arremetió violentamente contra el propio pueblo, y que terminaría por derrocar al presidente democráticamente electo.

Del mismo modo, en otro gesto nos aproximamos a la decisión personal del cineasta para realizar esta película, quien decide ahondar en un borroso recuerdo que guarda de  manera imprecisa. De familia expatriada en Bélgica en la ciudad de Bruselas, Bustos Sierra cuenta que desde muy niño, junto a su padre periodista recorre las distintas jornadas solidarias con el pueblo de Chile, en las que se compartían las incontables manifestaciones realizadas por distintos gobiernos democráticos, grupos, asociaciones y colectivos contra la dictadura chilena. 

El gesto fraterno llevado a cabo por los obreros de Escocia llamaría especialmente su atención. Años después, se embarca en esta producción para indagar con mayor profundidad sobre lo acontecido, y descubrir si realmente la historia que alguna vez escuchó en distintos lugares, era verídica. En ella, muestra el resultado de aquella investigación sobre cómo se logró alterar y disminuir parte de las consecuencias catastróficas de la intervención militar. Para ello, nos propone completar su propio viaje y él se convierte en una parte activa del relato, volviendo al origen donde comienza la historia para lanzarnos flashbacks intermitentes, profundos y sobrecogedores que son trasladados hasta nuestro presente.

El exilio, como viaje forzado, planta una semilla en cada uno de los corazones que lo padecen, haciendo que surja con el tiempo la necesidad de reconstruir o volver a transitar por aquello ocurrido y que condiciona innumerables vidas en el ahora. Recuerdo así a mi madre en estas líneas, cuando relataba cómo fue salir expulsada del país y que trasladó a nuestra familia al destierro: “Sólo sé que antes de subir al avión, sonreía, sonreía hasta que, al sentarme en el KLM, que nos llevaría volando, no paré de llorar en días, semanas y meses”. Temo no equivocarme y pienso que las lágrimas aún no han dejado de aflorar por el rostro de esa valiente mujer que debió asumir muy joven, a sus 25 años, una condición obligada para la cual ninguna persona, creo, puede estar preparada.

Necesitamos una pausa para respirar profundo, tiempo para observar y evaluar el desenlace que tienen unos hechos muy precisos. Esta perspectiva espacio-temporal nos permite rastrear los acontecimientos y vincularnos con la humanidad de los protagonistas que van descubriendo la potencia afectiva de sus actos. Esta construcción desde el hoy nos permite entender con mayor claridad no solo aquello que ocurrió, sino que nos impulsa a comprender el momento actual y cómo nos enfrentamos a él. 

Volvemos al documental, éste nos activa y conduce a pensar en las conexiones que hay entre los distintos apoyos realizados por personas, desconocidas entre sí y muchas veces anónimas, que nos ayudan poner en valor la idea de humanidad. Tal y como aquellas palabras pronunciadas por Allende, cuando requería del pueblo para enmendar las desigualdades sociales basadas en la injusticia social. 

BLACKING  y la reinversión del orden.

“Nuestro sindicato tiene una política de que condenemos a la Junta chilena 

y el derrocamiento del proceso democrático en Chile. (…) 

Por lo que “no trabajaremos en estos motores”. 

Y de hecho, vamos a boicotear (BLACK) estos motores”

Stuart Barrie.

 

Una serie de números apuntados en un papel, uno de ellos es el 15607. Esta cifra corresponde al bastidor de uno de los motores Rolls Royce Avon de uno de los aviones que estuvo involucrado, directamente, en el ataque a la sede gubernamental chilena en 1973. Como cualquier otro motor, este había recorrido cada uno de los puestos de la cadena de montaje hasta llegar a la zona de pruebas antes de ser vendido. Tiempo después vuelve a la fábrica averiado, retorna al mismo lugar donde fue ensamblado pero, en esta ocasión, saltan las alarmas entre los trabajadores al saber que se trata de un envío que proviene desde Chile. En una firme posición de resistencia, deciden colgar una tarjeta escrita con la palabra BLACK en cada uno de ellos para identificarlos, y así no permitir su ingreso en la siguiente fase para ser reparados, realizando de este modo un BLACKING en la cadena de producción.

Es aquí donde el título del film documental cobra sentido, NAE PASARAN! remite al lema popular ¡No pasarán! que ruge para detener el avance del enemigo, pero este no solo alude a la consigna como frase con potente sonoridad, sino que condensa la capacidad de pensar, sentir y actuar del conjunto de trabajadores que hacen de esa idea-fuerza un objetivo común frente a lo que consideran injusto e inhumano. 

Se trata de solidaridad y conciencia colectiva que traspasa límites geográficos y políticos, uniendo tiempos, espacios y personas. La decisión de intervenir lo establecido como norma de trabajo, que repite un procedimiento mecánico, contribuye a revertir una situación lejana que nos lleva a distinguir una proeza que se singulariza a través de su insistencia. La operación realizada es sencilla, pero no por ello menos efectiva, ésta se constituye como una acción que aporta, sin saberlo, a romper el cerco de dominio y violencia. Cada inscripción BLACK se transforma en la señal decisiva de la inversión de un orden establecido, representa el accionar determinante para modificar lo que nos atrapa irremediablemente.

La llegada a la fábrica de un grupo de administradores de la gerencia de la empresa y las presiones del gobierno británico no hacen decaer las intenciones del comité sindical. Se les advierte que retomen el trabajo y la reparación de los motores, insistiendo en que dicha maniobra no es considerada aceptable y que habrá consecuencias laborales para quienes decidan infringir las normas de la producción; el portavoz del grupo no duda en responder: “Lo estamos haciendo. Está hecho”.

Cuarenta años después, el director de la película sigue la huella y reconstruye el destino final de dichos motores. Entre la chatarra almacenada en un campo en las afueras de Santiago, busca algún indicio o un vestigio que dé cuenta de cómo terminaron aquellos aparatos propulsores. Con esto el cineasta cierra una parte de la historia, pero abre nuevas alternativas, otras dinámicas que revisitar. Bustos nos hace partícipes del viaje que emprende para que cada persona lo conecte con y desde sus entornos próximos, creando sus propias relaciones contextuales, dejando entrever que cada decisión y posicionamiento conlleva una responsabilidad que debemos asumir personalmente, para que ésta se convierta en una experiencia colectiva de transformación social y política.

VENCEREMOS!

 

Estos fragmentos breves, expresados en frases sueltas, se transforman en párrafos que dan cuenta del agradecimiento que desde diferentes colectivos hicieron llegar a los sindicalistas para reconocer el accionar de los obreros de la Rolls Royce. Se recomponen aquí como un todo, un mensaje-común, demostrándonos que el esfuerzo y el compromiso sostenido en el tiempo fueron la base inquebrantable de los principios de estos trabajadores.

Recibir palabras de apoyo, establece vínculos que apuntan a trascender más allá de lo simbólico, convirtiéndose en un aprendizaje, una lección de vida que hoy nos augura recuperar la confianza en lo colectivo, entendido como una parte fundamental del motor de cambio. La línea de montaje que se deconstruye y que ahora rescatamos, debería estar constituida y organizada por voluntades diversas, capaces de convertirse en una red multiforme, comprometida. Y sabemos que hasta el más diminuto movimiento del engranaje repercute, inevitablemente, en el cuerpo social que busca sin distinciones un espacio real de emancipación. 

Esta experiencia nos conduce a pensar sobre cómo conseguir en la era global que lo participativo se transforme en colaboración, en esfuerzo mancomunado, en compromiso sostenido en el tiempo para traspasar los límites que impone el asedio económico por el que atraviesan, sin distinción, las sociedades post-industriales. En las que se sigue repitiendo un mantra interminable a nuestro alrededor y vuelve a suceder en cada una de nuestras ciudades; durante el rodaje de esta cinta, la fábrica Rolls Royce que fue el escenario que impulsó este documental, cerraría definitivamente sus puertas.

Tenemos que mencionar que en ningún caso esta producción audiovisual trata de exaltar de forma desmedida la historia por la que nos hace transitar, haciéndonos conscientes de los surcos que quedan abiertos y aún por cubrir, así como preguntas sin respuesta e historias por reconstruir. Hoy, los campos de batalla se han transformado, se han modificado de tal manera que la situación de la esfera del trabajo en 2020 es muy distinta a la que conocíamos hasta la transformación de la economía de los grandes estados-nación, pareciendo no albergar ninguna grieta desde la que subvertir este modelo enquistado para desestabilizarlo. Entonces, ¿cómo hacer una interpretación con perspectiva de futuro de temas tan complejos e involucrar de manera activa a las nuevas generaciones en esta tarea?. 

Para finalizar y de vuelta a septiembre de 2020, LAN Festival Audiovisual Obrero se nos presenta como una buena herramienta desde la que rememorar, revisitar y actualizar tanto los movimientos obreros como su legado, nos conecta con un pasado reciente que contribuye a reflexionar sobre nuestra condición actual, así como sobre las nuevas expresiones y formas de luchas contemporáneas. A través del trabajo -muchas veces militante- de las producciones, nos aproximamos a contextos y situaciones de vida alejados en tiempo y espacio, pero en las que sus protagonistas siempre remiten de alguna forma a lo próximo y a las problemáticas más recientes y otras que continúan plenamente vigentes. Estas y otras tantas cuestiones quedarán pendientes, aún tenemos tareas por hacer que con el tiempo se han ido transformando en un desafío permanente que resulta prioritario, una labor que en su proyección inmediata, busca alcanzar nuevos segmentos, propuestas y espacios de acción. Y, solamente de esta manera, podremos creer y construir una sociedad digna, justa y solidaria como alguna vez soñaron nuestras madres y abuelas, nuestros padres y abuelos.

 

Bilbao, septiembre de 2020.

*Frases, fotografías y nombres han sido recogidos del documental.

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