La práctica artística como investigación

 

 

Rakel Gómez Vázquez

 

LASIA organizó el pasado 11 y 12 de enero unas Jornadas sobre investigación Artística basadas en la práctica. Estas jornadas son parte de un programa más extenso, un seminario de carácter anual en el que mensualmente nos reunimos a pensar acerca de la dimensión investigadora de la práctica artística.

A lo largo de las jornadas diferentes agentes abordaron temas y problemáticas del debate que surgen en torno a esta cuestión. Cuestión que a partir de las reformas educativas como el plan Bolonia, en las que la investigación ha tomado un lugar central, se ha preguntado con más apremio si la práctica artística es parte de una investigación cuyo resultado es la obra, y si esta investigación siendo diferente de otras puede y/o debe estar dentro del campo académico.

Valiéndose metafórica y conceptualmente del recurso retórico de la paradoja, la intervención de Mika Elo (University of the Arts, Helsinki) nos ponía en el centro de la naturaleza misma de la investigación en arte, mostrando el lugar cargado de contradicciones que ocupa la práctica artística como investigación no sólo en el ámbito académico. Porque si la investigación artística es diferente de la investigación académica, ¿podría ser también distinta la práctica artística de la práctica que tiene como objetivo ser investigación?

En la escucha atenta de las intervenciones, muchas de las cuestiones trataban de dar respuesta  a una problemática que ya señalara Borgdorff 1: “la dificultad de los candidatos de doctorado y sus supervisores para evitar el escepticismo sobre las investigaciones basadas en la práctica”. Es decir, la necesidad de legitimar ese saber. Un saber que es producido, planteado y desarrollado por el mismo sujeto, pone en solfa muchas de las consideraciones establecidas en el conocimiento académico: La no distancia entre el investigador y el objeto investigado, la pertinencia/repercusión o no del fruto de su investigación para la academia, el estilo como método y forma de conocimiento… El carácter reflexivo del arte, la necesidad de comunicabilidad de lo incomunicable y una metodología que no es discursiva entre otras cosas hacen compleja la tarea.

Pero, ¿qué tipo de saber es el arte? ¿a quién le decimos eso que nosotros ya sabemos?, ¿cómo se lo decimos? ¿cómo legitimamos ese saber (saboer que dice Moraza 2 ), ese deseo de hacer arte, “una actividad que supone una radical implicación del sujeto en la observación” 3?.

Dirigirnos, especialmente a un afuera donde el “hacer arte” no ha sido experienciado, y afirmar que nada tiene que ver con lo arbitrario, es a veces tan complejo como debatirlo entre nosotros. ¿Cómo salvamos la distancia entre códigos que no son compartidos?. “La investigación avanza sobre esa necesidad de comunicabilidad de lo incomunicable” y ahí señalaba Mika Elo una de las paradojas de la investigación artística. Un arte que siempre es reflexivo, si además pretende ser investigador “tiene que estar dispuesto a compartir de manera clara y concreta lo que hemos trabajado”, añadía Janneke Wesseling (Academy of Creative and Performing Arts, Leiden), subrayando a continuación la importancia de la escritura como forma de investigación, la necesidad de que la escritura acompañe a la práctica y forme parte de ella.

Tal vez el reto consista en dar este espacio a la duda, en abrazar esta cuestión paradójica desde estos mismos espacios. Reconocer las calidades que nos ofrece un marco que no es estable, un tema que resulta escurridizo. Entendiendo que el saber que genera la práctica artística no es acumulativo sino relacional, y eso sitúa al artista investigador como aquel que concluye iniciando nuevas líneas de pensamiento y entrecruzamientos, que no da respuestas sino que formula nuevas preguntas.

1. Borgdorff, Henk. “El debate sobre la investigación en las artes”.

2. Saboer:.El deseo de saber desde esta perspectiva incluye  experiencia sensible y  conocimiento inteligible. Moraza , Juan Luis. “ El deseo del artista”.

3. Moraza , Juan Luis. “ El deseo del artista”.