La crítica de arte no fue nunca una actividad libre de presiones, salvo cuando el crítico no tenía nada que perder y no estaba interesado en absoluto en labrarse un futuro. Hoy no queda nadie que no necesite labrarse un futuro. Y el crítico de arte se sitúa en la terrible encrucijada de querer nadar y guardar la ropa. Cabe añadir que solo las y los artistas, por lo general pobres y tristemente vocacionales, están en una situación de mayor dependencia. Al fin y al cabo si el crítico juega bien sus cartas, podrá sobrevivir a las modas.
Rubén Díaz de Corcuera. Semiótico y artista. Doctor en Bellas Artes por la UPV-EHU (2016). Diplomado en estudios avanzados de semiología de la imagen artística (2007). Técnico en Infografía e Imagen Numérica por el Centro de Imagen y Nuevas Tecnologías de Vitoria (1993/1994). Máster en periodismo por el diario El Correo y la Universidad del País Vasco (1991). Licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco (1982/1987).
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